Crónicas de la leyenda

EL MISTERIO DEL BARCO DE CRISTAL


Crónicas de la leyenda

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2010, 19:58 pm

En lugar de un candelabro, como es la costumbre, de la cúpula del templo cuelga un barco de cristal, y sus aristas reflejan las luces circundantes en un quiebre de arcoíris que cambia conforme se le mira de ángulos diferentes.

El barco es un exvoto, es decir, una muestra de agradecimiento de parte de un mortal por favores concedidos por la divinidad. Lo mismo que las piernitas y los bracitos que ve uno colgados con seguros de los altares de templos diversos.

Se trata de un candil en forma de barco. Es de cristal y cuelga desde 1788 de la cúpula frente al altar mayor del templo de San Francisco de Asís, en la ciudad de San Luis Potosí.

Los exvotos, se dice, son tan antiguos como la humanidad. Los primeros ejemplos de exvotos de carácter marino que se conservan se remontan a épocas muy antiguas. Un ejemplo son las 100 reproducciones en oro de embarcaciones que formaban parte de un altar votivo hallado en Nors, Dinamarca. Se trata de pequeñas maquetas que, con carácter propiciatorio, fueron mandadas a hacer por navegantes temerosos de padecer un mortal naufragio en alta mar. En vista de la impotencia y fragilidad humana ante la poderosa naturaleza del océano, los antiguos navegantes recurrían a las fuerzas sobrenaturales para que les concedieran un retorno feliz a sus hogares. Este tipo de ofrendas se hicieron durante la Antigüedad y la Edad Media con la firme intención de conjurar peligros en el profundo océano.

A pesar de que el tormentoso e infinito océano Atlántico escondía innumerables peligros para las frágiles carabelas hispanas de los siglos XVI y XVII, durante la época colonial en la Nueva España este tipo de exvoto fue poco común. A esto se debe el carácter doblemente valioso de esta Carabela de Cristal, donada por don Joseph Antonio de Otaegui en el siglo Dieciocho a la entonces recién construida iglesia potosina de los mercedarios. Demolido este edificio, el artístico exvoto pasó al templo franciscano.

Se tienen noticias de que fueron siete los barcos de cristal que Joseph Antonio mandó hacer como exvotos. Hoy en día se tienen consignadas dos muestras de esta original forma de exvoto: ésta del templo franciscano y otra de menor tamaño que está en el santuario de Guadalupe, también en la señorial ciudad potosina.

De este admirado candil bajaron las musas a la pluma del gran poeta Ramón López Velarde, quien inspirado, así le cantó:
El candil

He descubierto mi símbolo/ En el candil en forma de bajel/ Que cuelga de las cúpulas criollas/ Su cristal sabio y su plegaria fiel./ ¡Oh candil, oh bajel, frente al altar/ cumplimos en dúo recóndito./ Un solo mandamiento: venerar!/ Candil que vas como yo/ enfermo de lo absoluto./ Y enfilas la experta proa/ a un dorado archipiélago sin luto;/ candil, hermético esquife,/ mis sueños recalcitrantes/ enmudecen cual un cero/ en tu cristal marinero,/ inmóviles, excelsos y adorantes.
Ramón López Velarde

(De un texto de Elin Luque y Michele Beltrán)