Crecen redes de pedófilos al amparo de la Internet

DEPREDADORES SEXUALES, EN LAS SOMBRAS


Crecen redes de pedófilos al amparo de la Internet

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2010, 19:46 pm

**Impotente, la policía cibernética

La moderna pedofilia se ha convertido en una industria al amparo del ciberespacio. Es éste un producto derivado de las oportunidades de acceso a la Internet.

La llamada “red de redes” tiene, por cierto, miles de ventajas y de bondades que, bien aprovechadas, están sirviendo de motor del avance social. Se habla, por ejemplo, de que el conocimiento humano, en toda su extensión, está al alcance de la mano casi de cualquiera. Pero existen, en contraparte, aspectos oscuros que son herramienta de maldad, en manos de individuos y de redes criminales.

La Red ha sido utilizada por organizaciones criminales de pedófilos que promueven y transmiten pornografía infantil, y se sabe también de las operaciones de bandas internacionales de prostitución, que utilizan sistemas informáticos como medio de promoción y sobre todo de reclutamiento.

Para estudiosos y observadores de este fenómeno, es preocupante el número de sitios de Internet dedicados a la pornografía infantil, porque este hecho lleva aparejadas corrupción y prostitución de nuestros niños.

Lamentablemente en México, no existen datos recientes ni confiables para medir el impacto de la pornografía infantil vía Internet. Tan sólo se sabe que, de acuerdo con reportes de la Policía Cibernética, del 2004 al 2006 la presencia de páginas electrónicas con pornografía infantil creció en 38 por ciento, y que llegó a los 100 mil sitios.

El intercambio de materiales (léase fotografías y hasta información personal de niños) es pieza clave dentro de esta comunidad ilegal. Se dice que existen básicamente dos tipos de usuarios de pornografía infantil: los llamados coleccionistas y los productores. Los primeros simplemente almacenan el material y satisfacen sus impulsos sexuales con las imágenes. Sin embargo, muchos de ellos acaban siendo productores por exigencia de quien les proporciona las imágenes. Y ello se realiza mediante amenazas. Si el coleccionista quiere mantener wl caudal que le llega de fotos y de videos, debe aportar al foro nuevo material. Para ello, tendrá que buscar en la red algún menor al que engañar.

El ojo por el que el pederasta se cuela virtualmente en las habitaciones de los menores es la webcam, o cámara anexa a la computadora. Es a través de ese ojo con el que conseguirá imágenes del menor. Una vez que establecen el primer contacto, por lo general se pone en marcha un proceso de seducción.

El pederasta adoptará la personalidad que la víctima requiera para ganarse su confianza:
Dirá que es un niño o niña y se documentará y le hablará de los temas que a la víctima le interesan, cosas como videojuegos, películas, deportes. Se han dado casos de pederastas que han llegado a regalar al menor una webcam para que la instale. Eso es clave. Este tipo de movimientos, que van encaminados a la captación del menor y a su acercamiento al depredador, se conoce como “caramelos virtuales”.

El pederasta se convierte en el amigo, amiga, novio o novia perfectos. En cuanto el proceso de seducción esté muy avanzado, el depredador pedirá a su víctima que pose ante la cámara. Primero en actitudes inocentes. Después quitándose algo de ropa o realizando pequeños juegos. Cuando llega ese momento, el agresor, en ocasiones, “se quita la máscara”. Y el menor en muchos casos acaba aceptando que su interlocutor no era un niño como él sino alguien algo mayor, pero que le entiende y le escucha.

Después viene la extorsión pura y descarnada. Si la víctima se niega a continuar con la relación virtual, el pederasta le advertirá que tiene la dirección de todos sus contactos de correo electrónico y que es capaz de difundir el material que ya acumuló, y se lo podría enseñar incluso a los padres del niño. Así es como consiguen que el menor vaya más allá. Se conocen casos en que el agresor ha conseguido que dos menores practiquen sexo delante de la webcam mediante chantaje.

Existe sólo un escenario posible todavía más peligroso, que es cuando el agresor decide cerrar una cita con su víctima. A veces el encuentro se realiza cuando el pederasta se ha quitado ya la máscara.

¿Está preparada nuestra sociedad para agresiones tan perversas como novedosas? ¿Qué tan preparadas cree usted que están nuestras autoridades para combatir estas amenazas, querido lector?