Construir una alternativa al capitalismo reside en la gente organizada: Martha Harnecker

**La gente aprende cosas en la práctica y a esa educación hay que añadirle una de más contenido.


Construir una alternativa al capitalismo reside en la gente organizada: Martha Harnecker

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2019, 12:37 pm

Por Francis Martínez

(La autora es conductora de Agencia Central de Noticias, que se transmite de 6 a 7 de la tarde en el 1530 de AM, Radiorama Valle de México. Presentadora y analista de espacios de la fuente política en diversos medios de comunicación.)

El sábado 15 de junio de este año falleció, a los 82 años, la periodista chilena Martha Harnecker, reconocida como una de las principales figuras de la izquierda latinoamericana. Muchos luchadores sociales y dirigentes de movimientos populares recibieron su invaluable apoyo para encaminar sus esfuerzos organizativos o para difundir el marxismo como herramienta de educación política, toda vez que fue un ejemplo a seguir, por su convicción revolucionaria, en nuestra América.

En 2013, buzos publicó una entrevista con la que fuera la más eficaz divulgadora de las ideas marxistas en América Latina (AL).

Tras haber documentado las experiencias de Venezuela y Cuba, preguntamos a Martha Harnecker qué idea de socialismo ha empujado los cambios en estos dos países y qué lecciones había obtenido de su conocimiento personal con los líderes de ambos procesos revolucionarios.

“El socialismo del siglo XX se construyó desde el Estado; quiso resolver los problemas de la gente, el hambre, la pobreza, la vivienda, etc. Empezó con mucha participación popular, pero el pueblo terminó siendo un elemento pasivo que recibía las soluciones del Estado”, refería la mujer que conoció las luces y sombras de decenas de proyectos que avanzaron por una ruta alterna al capitalismo.

“El socialismo del siglo XXI trata de construir una alternativa al capitalismo, donde el papel principal reside en la gente organizada; se trata de que el pueblo organizado vaya siendo el constructor de la nueva sociedad a partir, por ejemplo, de la organización política consciente de las comunidades y los centros de trabajo. Es decir, que los trabajadores sean partícipes”, explicaba la también socióloga que escribió la obra más popular en la historia de la divulgación marxista, Los conceptos elementales del materialismo histórico (1973), libro de cabecera para muchos activistas estudiosos de la política, pero principalmente para quienes tratan de comprender la sociedad para transformarla.

Venezuela, una experiencia

La destacada educadora popular, como se autodefinió la carismática colaboradora de la gestión del desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez, es quizá la figura que mejor conoció los alcances y las limitaciones del proyecto bolivariano, y dejó una serie de aprendizajes que deben ser tomados en cuenta por los grupos de izquierda que hoy se hallan ante el vertiginoso avance de la ultraderecha, que recientemente sustituyó, por la vía electoral, a gobiernos populares en Argentina y Brasil.

Nos habló de cómo observaba la transición en Venezuela después de la partida física del comandante Hugo Chávez y el arranque de la gestión del gobierno de Nicolás Maduro a quien, aseguraba Harnecker, le corresponde una tarea grandísima: mantener el espíritu de lucha de todo un pueblo. Observaba que la tarea prioritaria del presidente Nicolás Maduro, con el empuje colectivo de su gobierno, seguía siendo resolver el problema económico.

“La gente puede resistir un tiempo, pero no eternamente la dificultad económica; y la derecha se está aprovechando enormemente de la escasez. El gran problema que tiene que resolver este gobierno es cómo aumentar la capacidad adquisitiva de la gente para que no haya inflación, para que haya productos y se produzcan más bienes; y eso no se ha hecho en Venezuela en las proporciones necesarias; hay que importar alimentos, pero al mismo tiempo estimular la producción nacional; tienes que subir los precios para que valga la pena producir en el país en vez de importar productos caros; es un círculo complicado que la oposición está manejando. Por eso Maduro dice con toda razón que tenemos que hacer un gobierno económico y que es estratégico resolver este problema”, afirmaba.

En Venezuela hay que aspirar a que la democracia política también sea económica durante un tiempo, no era problema en ese país. La autora afirmaba que cuando ocurrió el golpe militar contra Chávez, éste se pudo sostener gracias al apoyo popular, que respaldó el cambio en el país sudamericano, el cual fue asimilado de otras experiencias como la cubana, que tras la pérdida física del líder revolucionario Fidel Castro continúa incólume. “No les importó tener hambre, porque había algo más que tenían que defender…Cuando un pueblo se vale por sí mismo, genera una sensación de autoestima que es más importante que el hambre y le permite vencer cualquier problema…Pero no puede ser eterna; ahora el desafío para Venezuela consiste en resolver el problema económico”.

Martha recordaba que su tarea de divulgación del marxismo-leninismo se inició en París cuando un mexicano le pidió hacer notas sobre el materialismo histórico. Por azares del destino, estos textos serían

el principio de la publicación de su primer libro, Elementos del materialismo histórico, publicado por la editorial Siglo XXI. Actualmente, este libro tiene 77 ediciones y ha contribuido a la formación marxista de decenas de miles de jóvenes que hoy comparten con Martha la lucha social revolucionaria.

Aunque el entorno internacional ha cambiado, Martha Harnecker creía que la ruta trazada por el ex presidente Hugo Chávez en la búsqueda de una integración regional es el paso necesario. “Venezuela es ahora mucho menos dependiente de Estados Unidos que antes; de hecho, tiene ya abiertos los mercados hacia Asia y Medio Oriente; Irán es muy importante en varios proyectos económicos. Al igual que Rusia y China, hay diversos países que están colaborando económicamente y realizando proyectos que convienen a ambas partes. La situación es menos crítica… No se puede construir el socialismo en un solo país, pero sí se pueden empezar a dar los pasos. Hoy día, con la correlación de fuerzas que existe, hay varios países que están avanzando y, a medida que dan pasos, se van afirmando mutuamente”.

Urgencia y necesidad de organizar, la herencia de Harnecker

El proceso de organización, de acuerdo con la experiencia de la autora, tampoco es un manual, como muchos presentan su obra a fin de desacreditar el enorme legado de su labor educativa y de difusión del marxismo. “No se puede decretar la participación” de la gente; por ello, enfatiza, es necesario crear espacios en las comunidades e intentar que la gente decida lo que puede hacerse en éstas, involucrándose en la solución de los problemas. “Normalmente, la gente aprende cosas en la práctica; a esa educación hay que añadirle una de más contenido. Después que empiezas a participar, te das cuenta que necesitas más; lo que se llama muchas veces el parque, conceptos, conocimientos; entonces viene otra forma de educación, que es de contenidos, más política”, afirmaba la autora de Qué es la sociedad, una de las obras más importantes en la divulgación del marxismo entre los obreros y campesinos, y que sirve de base para el estudio gradual de la ciencia económica.

La falta de cuadros y liderazgos para la continuidad de los proyectos socialistas en AL siempre fue un factor que Martha Harnecker consideraba determinante en el éxito o el fracaso de los movimientos políticos; hoy vemos que no es privativo del caso venezolano.

“Los líderes carismáticos son necesarios en los procesos de AL porque el neoliberalismo fragmentó la sociedad al máximo. La estrategia fue debilitar al pueblo fragmentándolo a través de estimular la creación de muchas organizaciones pequeñas y evitar que se articulen y transformen en una fuerza. Los líderes carismáticos permiten resumir a toda esa izquierda, a toda esa gente y grupos dispersos que quieren un cambio, para que se unan en torno a una persona que los representa a todos. Entonces, lo importante es que ese líder cumpla un papel en la etapa inicial del proceso y entienda que lo que tiene que hacer es ir avanzando hacia una dirección cada vez más colectiva, porque evidentemente el proceso no puede depender de una sola persona”.

En América Latina, la desigualdad social y el combate a la pobreza, aun con gobiernos populares, había disminuido. Sin embargo, Harnecker defendía la importancia de realizar la tarea titánica de organizar a la sociedad: “Para darle solución a la pobreza hay que entregarles el poder a los pobres; es decir, que el pueblo organizado, junto con sus gobernantes, es quien puede construir la solución”. ¿Se requieren entonces políticos de nuevo tipo?, se le inquirió. “Gobernantes, instrumentos políticos, nueva cultura; y no es fácil, porque el peso de la cultura heredada es enorme y cuesta transformar; no es fácil y hay que tener paciencia porque el proceso es lento”, sostenía.

Afirmaba que tras el sentimiento de orfandad que generó la desaparición de la Unión Soviética, las grandes esperanzas del socialismo en AL se fincaban en varios aspectos culturales que contribuían a ese objetivo. “En AL no solo tenemos gente que piensa en la sociedad alternativa, sino práctica en ella y también la hemos tenido en el pasado… Las comunidades indígenas y sus prácticas ancestrales hay que recuperarlas, porque el neoliberalismo las ha destruido junto con sus valores... Todo esto tenemos que reconstruirlo, porque han existido, a diferencia de otros países; y con las nuevas prácticas comunitarias de algunos gobiernos tenemos elementos para construir el socialismo real”.

Advertía que cualquier duda o vacilación sobre las experiencias en el socialismo en Venezuela sería terrible no solo para el pueblo venezolano, sino por las enormes repercusiones geopolíticas que encierra.

“Cualquier retroceso en Venezuela, es decir, que ganara la derecha, sería terrible, por supuesto. Venezuela es el primer país en el mundo que hace una revolución teniendo recursos económicos, gracias a ello puede ejercer una gran solidaridad hacia el resto de los países de AL, como es el caso de Bolivia. Un ejemplo claro es la llamada Operación Milagro, que consiste en devolverle la vista a las personas que se están quedando ciegas; son gastos grandes que se han hecho posibles gracias a que Venezuela ha aportado

recursos”, explica quien vivió de manera directa el ascenso y la caída del gobierno socialista de Salvador Allende y tras el golpe militar de Augusto Pinochet tuvo que exiliarse de su país natal.

En todo este proceso ¿qué papel ha jugado la izquierda? Usted mencionaba que hay muchas divisiones.

“La izquierda más radical no ha entendido la complejidad del proceso que estamos viviendo; tienen algunas metas a las cuales hay que llegar, pero no se preocupan de las formas y de los medios para acceder a ellas…En estos momentos estamos viviendo una situación que nos permite transitar por un camino que no era el clásico…Ya no podemos ser sectarios, vanguardistas ni dogmáticos como en el pasado; estos grupos son cada vez más marginales, porque la historia los va superando”, afirmaba Harnecker. Y advertía: “Todo lo que debilita un frente de izquierda favorece al enemigo. Tenemos que poner menos acento en las ideas que nos separan que en las tareas que tenemos que cumplir”.

Así trascurrieron más de dos horas de charla con Martha, quien enfocó su análisis a varios temas de actualidad y el de su próxima publicación, Un mundo por construir: nuevos caminos, cuya edición vio la luz en 2013. Este último libro reúne más de 80 materiales pedagógicos que han nutrido espiritualmente a partidos que se adherían al socialismo, sindicatos, universitarios, campesinos; además de piezas periodísticas de gran aliento como Hugo Chávez Frías. Un Hombre, un Pueblo, testimonio de una conversación con Hugo Chávez, y otros textos que seguramente seguirán dando luz a los procesos políticos que buscan una alternativa diferente al capitalismo.