Complicaciones del ajedrez político: disputa por el territorio

EDITORIAL


Complicaciones del ajedrez político: disputa por el territorio

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2017, 16:30 pm

Otro sexenio se acerca a su final y la historia parece repetirse: el mismo partido gobernante y las mismas fuerzas políticas disputándose los puntos clave del territorio nacional para entrar fortalecidas a la gran batalla de 2018, que decidirá qué partido y cuál fuerza política detrás de él recibirá la estafeta para gobernar la República Mexicana y custodiar el botín durante los seis años siguientes (2018-2024).

La clase empresarial adelanta sus piezas, las coloca en los puntos estratégicos, en los estados donde se librarán luchas electorales para cambiar gobernador.

Todos los grupos políticos ya buscan relacionarse con personajes del gobierno estadounidense que les franqueen las puertas de la administración de Donald Trump o cuando menos transmitan una buena imagen de su partido, grupo económico, o líder, enviando el mensaje de que están dispuestos a servir a los intereses y al control imperialista.

Como a fines del sexenio anterior, las elecciones locales en el Estado de México (Edomex) también ocupan especialmente la atención de todos los contrincantes; esta elección constituye la manzana más jugosa, el arma que todos persiguen, porque el ganador se convertirá en el oponente más poderoso en la batalla final.

El partido ganador en las elecciones del Edomex también resultó victorioso en las presidenciales de 2012; y en el sexenio próximo a expirar, esta experiencia está muy presente en la memoria de todos los partidos gobernantes, que se agitan internamente y se alistan para ganar las elecciones federales de 2018 barajando las cartas que pueden llevarlos a la victoria; ya suenan los nombres de los afortunados prospectos de cada organismo de la partidocracia mexicana. Éstos son los elementos que se reeditan en la página de la historia que está por escribirse.

Sin embargo, las condiciones no son exactamente las mismas que en 2012; la composición de fuerzas ha cambiado: el PAN gobierna un mayor número de entidades federativas que antes, el PRD ya no comanda a la “izquierda” y ha tenido que compartir su gobierno de la Ciudad de México con el arribista Morena.

AMLO adelantó desde hace meses su pieza en el Edomex y, con la demagogia que lo caracteriza, tan parecida a la de Trump, se prepara para su tercer intento de lograr la Presidencia de México.

El carácter antimexicano del gobierno estadounidense que se muestra en su verdadera esencia a través de Donald Trump es otra condición que mantiene en una febril actividad a los políticos nacionales.

Partidos y líderes de derecha, de “izquierda” y hasta “independientes” buscan afanosamente quedar bien con el nefasto inquilino de la Casa Blanca, cuya benevolencia parece dirigirse hoy hacia el partido más seguro para los intereses del imperio.

Como lámpara que atrae a las palomillas, el nuevo gobierno estadounidense impele a los precandidatos a plantear cómo se relacionarían con el gobierno en caso de resultar favorecidos con el voto popular; Anaya, Videgaray, Mancera y AMLO son ejemplos elocuentes de esto.

El partido gobernante, si no está dispuesto a obedecer los lineamientos disparatados de Trump, tendrá que desplegar una lucha interna más dura que en sexenios anteriores. Mientras tanto, los alfiles de este ajedrez sui generis (en el que no hay dos, sino más de cuatro contrincantes) ya peregrinan hacia la Meca imperialista buscando el espaldarazo que los lleve a la silla presidencial.