Colapsa el Frankenstein perredista

EDITORIAL


Colapsa el Frankenstein perredista

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2014, 19:13 pm

La masacre de Ayotzinapa sacó a flote la franca descomposición interna del Partido de la Revolución Democrática (PRD), agudizada en este sexenio en el que se han enfrentado como nunca las partes que lo conforman, evidenciando su gran división interna; las pugnas entre las diversas corrientes o tribus perredistas han llevado a que su “líder moral” exija la renuncia de los principales dirigentes argumentando que sus decisiones incorrectas han llevado al partido al descrédito frente a la opinión pública, poniendo en peligro su existencia.

En la historia de la izquierda mexicana sobran los ejemplos de partidos, frentes y grupos que han desaparecido, por no haber conseguido la aceptación y el apoyo popular, porque sus divisiones internas los llevaron a escindirse y cambiar de nombre, respondiendo a una transformación de su línea política o porque no encontraron más camino para sobrevivir y crecer que establecer alianzas y frentes con otros grupos y partidos, surgiendo así un amasijo de posiciones políticas, a veces radicalmente opuestas, que sólo compartían las siglas de un partido oficialmente registrado. Ninguno de estos grupos de existencia efímera conoció la importancia de trabajar en el seno del proletariado para organizarlo y educarlo, explicándole tenaz y pacientemente la diferencia entre sus intereses inmediatos y sus más altos objetivos, así como el camino para alcanzar sus metas. Para lograr las alianzas que desembocaron en la fundación del PRD, fue necesario subordinar los principios y los objetivos partidarios al interés inmediato del crecimiento numérico y a llenar los requisitos legales para competir por el poder; el nuevo partido surgió de la alianza de diversas organizaciones de izquierda que conservaron siempre sus características originales y se han enfrentado al interior de este partido en el que nunca lograron unificarse; así han marchado a lo largo de más de 25 años.

Son innumerables los errores políticos que el PRD ha cometido a lo largo de su existencia, desde sus alianzas electorales con la ultraderecha en diversas entidades del país; los acuerdos y pactos con el Gobierno federal, que significan la aprobación de la política del partido en el poder en los más importantes aspectos de la vida nacional, hasta la postulación a puestos públicos relevantes de personajes pertenecientes al crimen organizado, como ocurrió en el estado de Guerrero, donde el gobernador y el presidente municipal de Iguala, postulados por la izquierda, son responsables de la matanza de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Estos errores han provocado que desde septiembre de este año, los hechos violentos suscitados en Guerrero se hayan convertido en la nota cotidiana en todos los medios de comunicación y que la condena, el repudio por el abominable crimen, recaiga en primer lugar sobre el PRD, extendiéndose a todos los rincones del país. No se había agredido con tanta saña a la lucha estudiantil desde las masacres estudiantiles de 1968 y 1971; y es sorprendente que la matanza de Iguala tuviera lugar bajo un Gobierno de la llamada “izquierda”, que tanto condenara en el pasado el asesinato de estudiantes.

El repudio y el desprestigio han tenido tal impacto al interior del PRD, que algunas voces exigen la renuncia de sus principales dirigentes y un cambio radical en la línea política de este partido; esto sucede cuando se aproximan los comicios de 2015, en los que se renovarán todas las diputaciones federales, nueve gubernaturas, 641 diputaciones locales en 17 entidades, 993 presidencias municipales en 16 estados y las jefaturas delegacionales en el Distrito Federal; comicios que a su vez definirán la situación política en que se realizará el siguiente cambio sexenal. Con el debilitamiento del PRD, la correlación de fuerzas favorece a la derecha; el Partido Acción Nacional se perfila como el más fuerte opositor al partido en el poder y enfila ya sus baterías para conquistar bastiones hasta ahora en manos del PRD, que evidentemente saldrá peor parado que nunca en ambos periodos electorales, abriéndose una gran probabilidad de que el ambiente al interior del perredismo conduzca a la extinción de este artificial conglomerado de corrientes tan distintas entre sí, que naciera en 1989 y que ahora está al borde del colapso.