Chihuahua: dos gobernadores que no saben dónde están

**A la fecha, el gobernador no ha hecho expresión alguna acerca del proceso electoral 2016. Actúa como si no hubiera pasado nada el 5 de junio de este año.


Chihuahua: dos gobernadores que no saben dónde están

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2016, 14:00 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ ahoramismo.mx

Chihuahua está en problemas: no tiene gobernador en plenitud de facultades.
Lo debería tener, porque así lo mandata la Constitución Política del Estado, las leyes emanadas de esta y la normalidad política.

El gobernador en funciones ya está en su etapa final y debería haber celebrado ya una reunión con la persona que lo va a suceder, pero no es así.

El discurso y la agenda de César Duarte Jáquez parecen la de político que está en plenitud de mandato, como si fuera a durar otros tres años, por lo menos, en funciones.

A la fecha, el gobernador no ha hecho expresión alguna acerca del proceso electoral 2016. Actúa como si no hubiera pasado nada el 5 de junio de este año.

Ese día, como ya lo mencionamos en este espacio, más de 32 mil chihuahuenses trabajaron en domingo en organizar unas elecciones que, salvo trompicones que nunca faltan en una jornada como esa, transcurrió en total normalidad. Ni una palabra de reconocimiento hacia esa parte de la sociedad chihuahuense que demostró un valor cívico digno de ser resaltado.

Tampoco parece haber conocido o reconocido los resultados. A más de un mes del cierre de las casillas, no es hora que nombra a Javier Corral por su nombre y menos aún por su cargo transitorio, como es el de gobernador electo. Corral no existe para él sino como un opositor que quiere desprestigiarlo a él y a su gestión,

Como si fuera a terminar dentro de algunos años, el jefe del Ejecutivo ha enviado iniciativas que parecen desconocer que el final de su mandato es un asunto de tres meses. Tales son los casos de las reformas en materia de pago de deuda pública y la emisión de bonos para monetizar los remanentes carreteros, así como los pagos pendientes a acreedores bancarios y proveedores, los cuales ya debieron haberse cubierto.

Por si fuera poco, su partido emprendió una cruzada legal para anular una elección en la cual participaron más de millón 200 mil personas. Un intento por echar al traste un esfuerzo ciudadano para ver si en la segunda sí la ganan. Vaya despropósito.

En torno a Javier Corral, vale decir que parece que nadie le ha informado que ganó las elecciones o, peor aún, que resultó triunfador, pero para gobernar el estado de Chihuahua, no la Ciudad de México.

Desde la capital del país ha tratado de operar todo. Sus reuniones no han sido con los liderazgos locales, llámense organizaciones empresariales o de la sociedad civil; con colegios de profesionistas, académicos o dirigentes sindicales, no. Su agenda ha estado marcada por la opinión pública nacional, no la local.

Cuando la ciudad de Chihuahua se encontraba en medio de severas crisis, con la “desaparición” de la gasolina; los disturbios afuera del Palacio de Gobierno; la suspensión del servicio de transporte público y el rebrote de la violencia, el gobernador electo no apareció más que en una transmisión vía Facebook, y eso para decir un “yo no fui” acerca de los desmanes del 22 de junio pasado.

Javier Corral sigue actuando como si fuera un actor de la oposición, y ni siquiera de Chihuahua. Su lenguaje sigue siendo combativo y no el de un político que llama a recuperar la normalidad después de una agitada contienda política. Su presencia en Chihuahua, reservada para sus más allegados. ¿Así será su gobierno?

Chihuahua está en crisis y necesita gobierno: el que está por terminar, debe entender que ya se va y no va a dejar a nadie en posiciones de poder; el que llega, es hora que entienda que su tierra lo llama y que debe gobernar para todos, incluso, para el gobernador al que tanto repudia.