¿Ceballos, Chihuahua? ¿Sierra Mojada, Durango?

El 29 de septiembre de 1879, el Congreso de la Unión aprobó en sesión secreta, una iniciativa del Ministerio de Gobernación, para instituir un territorio federal en Sierra Mojada…


¿Ceballos, Chihuahua? ¿Sierra Mojada, Durango?

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2015, 11:30 am

Por Froilán Meza Rivera

Jiménez, Chih.- Vecinos contra vecinos en una guerra implacable. ¿Ceballos, Chihuahua, o Ceballos, Durango? ¿Sierra Mojada, Coahuila o Sierra Mojada, Durango? E inclusive ¿Sierra Mojada, Chihuahua? ¿A quién pertenecen? La rapiña, la ambición de poder muchas veces ha tenido en la historia de nuestro país, diversas expresiones sobre el terreno, sobre el territorio.

Es lo que se ha dado en llamar “geopolítica”, que no es otra cosa que la disputa por la tierra, la guerra por ganar las riquezas naturales al vecino.

Todos saben que la población de Ceballos, que pertenece al municipio de Mapimí, es duranguense de toda la vida, pero pocos saben que el estado de Chihuahua ha tratado de extender su dominio hasta más al sur de Ceballos. E incluso, existen mapas que incluyen a Ceballos dentro del municipio de Jiménez, como el del escritor parralense José Sáenz, quien editó en 1921 una carta geográfica del estado de Chihuahua en la que las fronteras con Durango difieren en mucho a las actuales. Y no se crea que ello se debe a errores del cartógrafo, sino que su “decisión geopolítica” es un reflejo de las disputas constantes por los límites que han existido desde siempre entre ambas entidades.

HISTÓRICA RIVALIDAD

Se registra la disputa más reciente, en la que hay un reclamo de Chihuahua porque Durango se quiso “comer” a Zavalza, que es una estación abandonada y un rancho ganadero, por la vía de aumentar su territorio hacia el norte unos 200 o 300 metros.
Nada más hay que recordar que, aunque estuvieron unidos sin ningún problema de límites en la antigua provincia colonial de La Nueva Vizcaya, siempre hubo sin embargo muchas rivalidades políticas entre las ciudades de Durango y Chihuahua, cabezas de importantes territorios. Así que, cuando a México le llegó la independencia y el nuevo país buscó reorganizar su territorio, el congreso supremo decretó la división de Nueva Vizcaya en dos provincias, que serían Chihuahua y Durango, de acuerdo al decreto del 19 de julio de 1823.

La villa de Chihuahua recibió el título de ciudad y se convirtió en asiento de una diputación provincial. Este acto fue visto como de mucha justicia para el bando chihuahuense, porque el territorio contaba ya con una población mayor a los 100 mil habitantes, y ellos necesitaban para todos los conceptos, de una administración diferente de la que tenía su residencia en el lejanísimo Durango. Sin embargo, un partido persuadió al congreso para unir las dos provincias, incluyendo Nuevo México, bajo la denominación de Estado Interno del Norte, con la capital en Chihuahua.

Esto cayó como bomba a los partidarios de Durango, que levantaron airadas objeciones. Durango exigió al supremo congreso que su principal ciudad fuera conservada como capital, o que le hicieran un estado o un territorio separado, en base a su gran población, y a que contaban con recursos “muy superiores” a los de Chihuahua y de varios estados ya existentes. La petición del partido de Durango fue aprobada, y el 6 de julio de 1824 la separación fue confirmada.

De aquellos tiempos proviene la disputa, que de política pasó a ser territorial, y por ello las poblaciones fronterizas han cambiado de jurisdicción de cuando en cuando.

EL CASO DE TAMAULIPAS Y NUEVO LEÓN

Fíjese nada más el lector en un mapa del Noreste de México: de entrada, llama fuertemente la atención el hecho de que el estado de Tamaulipas extiende una franja sospechosa y delgada hacia el Oeste, paralelamente a la frontera con Texas, como queriendo acaparar el contacto con los Estados Unidos y de paso apabullar al vecino estado de Nuevo León.

De hecho, la mentada franja envuelve a Nuevo León para que éste no tenga frontera con el país del Norte. Pero ¡oh, detalle! Si se observa, Nuevo León logró finalmente romper este cerco, y conquistó un corredor -ése es, literalmente, un corredor- hacia la frontera, y pudo colocar una pequeña pero importante población, que se llama Colombia, como punto fronterizo neolonés con los Estados Unidos. Por ahí logran los capitalistas regios colocar sus mercancías con Pharr, Texas, y recibir hacia adentro un considerable flujo comercial.

SIERRA MOJADA Y EL ATRACTIVO DEL ORO

La maestra Gabriela Román Jáquez describe el curioso fenómeno que se dio en torno a la polvorienta y somnolienta población y municipio de Sierra Mojada, en Coahuila, que de la noche a la mañana despertó la codicia de mineros, de aventureros y de tres estados de la República.

En 1878 Néstor Arreola, junto con sus socios Ignacio y Florencio Ibarra y Antonio Lorenzana. todos vecinos de Mapimí, encontraron una veta de plata en Sierra Mojada. Arreola desconocía a dónde pertenecía dicho territorio, por lo que denunció la mina ante el juez de Mapimí, Durango. Esto despertó el interés del gobierno de Durango, ante las grandes riquezas mineras de Sierra Mojada.

Poco antes, en 1864, una expedición había partido de Monterrey a explorar el territorio y encontró a un indio vendiendo balas de plata a cambio de baratijas, lo que llamó la atención de los mineros de Mapimí. Hacia 1878, José María Garza Galán expulsó a los indios que incursionaban en dicha región, lo que permitió la explotación de las minas. Pronto se inició la colonización de Sierra Mojada y las autoridades de Coahuila fundaron una villa en agosto de 1879, con el fin de detener al juez de Mapimí que, desde marzo de ese año, estuvo autorizando los denuncios de minas descubiertas. Hipólito Charles, entonces gobernador de Coahuila, comisionó a Luis G. Sánchez la organización de la producción minera en Sierra Mojada, para evitar infracciones y proteger los intereses del estado.

No obstante ello, el juez de Mapimí continuó legalizando los denuncios de minas, a pesar de la presencia de las autoridades de Coahuila, y a pesar también de que Sierra Mojada estaba incorporada al distrito de Monclova. La presencia de las autoridades coahuilenses provocó que el Congreso de Durango solicitara la intervención del ejecutivo federal, para que administrara el territorio mientras estuviera en disputa.

INTERVINO LA FEDERACIÓN

Días antes de que el presidente Díaz estableciera el territorio federal de Sierra Mojada, Pedro Ornelas, cónsul de México en San Antonio Texas, escribió a un minero estadounidense que estaba interesado en invertir acá, advirtiéndole la gran publicidad de las minas de Sierra Mojada en los Estados Unidos. Ornelas estaba seguro de que un gran número de norteamericanos emigrarían al mineral en poco tiempo.

Después de algunos intentos de arreglar el conflicto entre Coahuila y Durango, el 29 de septiembre de 1879, el Congreso de la Unión aprobó en sesión secreta una iniciativa del Ministerio de Gobernación, para instituir un territorio federal en Sierra Mojada, así como en la Sierra de Rosales. Posteriormente, Porfirio Díaz, argumentando motivos de interés nacional expidió, el 10 de octubre de ese mismo año, el decreto presidencial que estableció el territorio federal en Sierra Mojada, mientras que se arreglaban definitivamente los límites de los estados de Coahuila, Durango y ¡Chihuahua, que también le entró a la disputa! El Ejecutivo Federal organizó de manera provisional todos los ramos de la administración pública... de acuerdo a las leyes que se habían anteriormente dispuesto para regir en el territorio de Baja California.