Benjamín Domínguez.- El adiós a un gran maestro de la plástica

**Se distinguió entre los de su generación por ser creador de un estilo sui generis y poderoso, que dados su talento y su sólida formación terminó por imponerse y permanecer.


Benjamín Domínguez.- El adiós a un gran maestro de la plástica

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2016, 18:40 pm

Este domingo 10 de julio murió en la ciudad de México, a la edad de 74 años, el reconocido pintor chihuahuense Benjamín Domínguez. Nacido en la Ciudad de Jiménez, Chihuahua, el 31 de marzo de 1942, y consciente desde muy joven de su verdadera vocación, Benjamín Domínguez Barrera fue a estudiar artes plásticas en la Academia de San Carlos, en la Ciudad de México, en 1969.

Discípulo de Luis Nishizawa, Francisco Moreno Capdevilla y Antonio Rodríguez Luna, entre otros importantes maestros, se distinguió entre los de su generación por ser creador de un estilo sui generis y poderoso, que dados su talento y su sólida formación terminó por imponerse y permanecer. Prolífico y visionario, su obra pictórica se caracteriza por establecer muy sólidos vínculos entre la tradición y la modernidad, entre la herencia clásica y el desplante propositivo del arte contemporáneo.

Benjamín Domínguez acabó de consolidar su presencia en la escena del quehacer plástico contemporáneo en la década de los ochenta con su reconocida y muy elogiada serie de los Arnolfini, personales variaciones en derredor del famoso cuadro del Matrimonio Arnolfini del célebre pintor flamenco Van Eyck.

Suma de cuadros programáticos que sorprenden por su prolija imaginación y su humor crítico, por la técnica y el rigor aquí manifiestos de un artista plástico para entonces ya maduro y plenamente consciente de sus recursos, marcarían la consolidación en la trayectoria de este gran artista en plenitud de facultades.

La obra de Benjamín Domínguez ha sido apreciada en múltiples exposiciones colectivas e individuales dentro y fuera de México, donde su talento y su creatividad han dejado constancia de una obra pletórica de color, de imaginación, de ingenio, de inteligencia y de desplante lúdico.

Ahí quedan, para la eternidad, sus alacenas y sus monjas floridas, sus personajes fantasmales y tatuados, sus entes entregados a la concupiscencia o a la levitación, sus inquietantes escenas de magia o locura, creadas por uno de esos escasos pintores capaces de generar sorpresa o admiración.

Adelantando a su tiempo, en su obra se presagian momentos difíciles de la violencia en nuestro país, sin dejar de criticar los excesos de la Iglesia y de la política, del crimen organizado, de la hipocresía social.