Antorcha y los medios: entre Escila y Caribdis

**Provengan de la televisión, la radio, la prensa o las redes sociales, la organización recibe los ataques de conservadores y “progresistas”.


Antorcha y los medios: entre Escila y Caribdis

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2018, 13:19 pm

Por Carlos Ehécatl Lázaro Méndez/
Vocero del movimiento antorchista en Manzanillo

Narra la Odisea, uno de los textos clásicos escritos por Homero, que, en un momento de su travesía, Odiseo tuvo que pasar una de las pruebas que más aterraban a los hombres de la Grecia antigua. Para llegar a Ítaca, su hogar, su embarcación tenía forzosamente que atravesar un estrecho marítimo habitado por dos criaturas monstruosas: Escila y Caribdis, tan cerca la una de la otra que era imposible cruzar el estrecho esquivándolas. Por un lado, Escila se encontraba en un risco, poseía torso femenino y de él se extendían seis largos cuellos terminados en afilados dientes; por el otro, Caribdis era un enorme monstruo submarino, que tragaba tales cantidades de agua que formaba un gigante remolino cuyo vórtice eran sus fauces. El navegante que surcaba esas aguas necesariamente caía en las garras de alguna de las dos criaturas. Aconsejado por Cirse, Odiseo prefirió sufrir el tormento de Escila, que le costaría la vida de seis hombres, a sufrir el castigo de Caribdis, que acabaría con la tripulación entera. Así libró el funesto estrecho Odiseo el ingenioso. Hoy, Antorcha vive una situación similar a la del mítico personaje.

Actualmente, las redes sociales -marcadamente Facebook y Twitter- forman parte ya de lo que tradicionalmente se conocía como medios de comunicación masiva: la televisión, la radio y la prensa. Durante muchos años, los dueños de los medios tradicionales tuvieron el monopolio de la comunicación masiva, por lo que, desde el poder que da llegar a millones de hogares, sus opiniones e ideas eran inoculadas silenciosamente en la sociedad y se reproducían en ella con sigilo. Hoy, las redes sociales se suman al concierto de las voces. Ya no son solo las opiniones e ideas de Televisa, por ejemplo, las que comparten los mexicanos; ahora también llegan a todos opiniones e ideas emitidas en Facebook o Twitter. La complejidad que se ha ido tejiendo con el desarrollo de las nuevas tecnologías, sin embargo, de poco ha servido en la construcción de una comunicación más objetiva, veraz e informada. Como prueba está el caso de Antorcha.

Desde hace algunas décadas Antorcha recibe continuamente ataques lanzados desde dos frentes enemigos entre sí: los medios que defienden a la clase empresarial, a los intereses de los multimillonarios; y los medios que dicen defender a la clase trabajadora, a los pobres de México. Estos bandos también pueden clasificarse a partir de la relación que mantienen los medios con el gobierno: si dependen de él o no. Comúnmente, aquellos que mantienen una relación tersa con el gobierno, son también quienes defienden a la clase empresarial, mientras los que se dicen medios independientes apoyan las luchas de los trabajadores. Para ponerles nombre, digamos que en el primer frente se encuentran Televisa, Tv Azteca, Milenio, Reforma, etc; del otro lado, podemos identificar a Proceso, La Jornada, Aristegui, y algunos medios digitales de reciente creación, como Sin Embargo y Animal Político. Estos roles en algún grado se invirtieron con la llegada de AMLO a la Presidencia. El asunto es que los dos enemigos, aparentemente irreconciliables, frecuentemente ven a Antorcha como un blanco de tiro.

Lo grave del tema no son las acusaciones en sí mismas, sino que estas se lanzan sin tener pruebas suficientes que las fundamenten, convirtiéndose así en calumnias. Empecemos con los medios progobiernistas. Nos han llamado chantajistas, extorsionadores profesionales, saqueadores, parásitos del erario, y demás etiquetas por el estilo. En los principales noticieros televisivos, radiofónicos y en los diarios, el nombre de Antorcha siempre aparece seguido de alguna de estas descalificaciones. ¿Por qué? A estos medios, siempre les ha molestado la organización popular; son partidarios de que los trabajadores miren y callen mientras los grandes empresarios manejan a su gusto las riendas del país. Por eso, las marchas, mítines, plantones y demás acciones realizadas para demandar que se cumplan los derechos de los trabajadores, son satanizados por esta camarilla mediática. Tal lluvia de infundios, repito, no es nueva; dura ya algunas décadas.

Del lado opuesto, el llamado periodismo independiente y “progresista” practica también la descalificación sistemática contra Antorcha, si bien emplean una batería distinta. La organización, afirman, es un grupo paramilitar, un brazo armado del PRI que, encima, lucra con la pobreza de la gente. Sin probar nunca sus aseveraciones, nos acusan de ser porros, asesinos y saqueadores. ¿A qué se debe tal ensañamiento con una organización popular que representa exactamente lo que ellos pregonan defender? Muchas veces, los ataques de estos medios “de izquierda” son incluso más arteros que los “de derecha”. Recuérdese, por poner un ejemplo, que las amenazas de muerte contra Manuel Hernández Pasión aparecieron precisamente en La Jornada. Esta clase de medios, y los grupos a los que representan, nunca han entendido cuál es el camino que Antorcha sigue para conseguir los cambios que México quiere. Son incapaces de ver más allá de la relación táctica que la organización ha mantenido por algunos años con el PRI. Su cortedad de miras, al concebirla como una organización conservadora, los lleva a pedir, incluso, la aniquilación de Antorcha.

Por último, están los ataques vertidos en las redes sociales. En Facebook y Twitter los infundios lanzados por los medios de “derecha” e “izquierda” se mezclan para dar lugar a calumnias quiméricas. Los usuarios que se han formado una opinión que los predispone contra Antorcha, toman elementos de los dos bandos mediáticos antes mencionados y los reproducen con entereza. En general, hay tres tipos de ataques: 1) El que no argumenta ni busca hacerlo, sino que lanza consignas (“¡Hay que encarcelar a esos golpeadores!”); 2) El que dialoga con base en una revoltura de los argumentos construidos por los medios progobiernistas e independientes (“Antorcha es un grupo de choque que siempre está pidiendo dinero al gobierno”); y 3) El que se remite a reportajes y notas en línea para probar que, como cierta información se publicó en determinado portal, no puede negarse que sea real (“¿Qué me dices de los terrenos del aeropuerto que EPN les regaló a los antorchistas?” Seguido del link de una nota de Sin Embargo). Ahora, en un tiempo en el que una abrumadora mayoría tiene acceso a internet, los ataques en redes sociales se han multiplicado y la revoltura de argumentos ha dado lugar a calumnias inéditas.

Así, Antorcha está entre dos fuegos, entre Escila y Caribdis. Provengan de la televisión, la radio, la prensa o las redes sociales, la organización recibe los ataques de conservadores y “progresistas”. En los días que corren, las manifestaciones que ha mantenido la organización en el Congreso de la Unión nuevamente colocaron a Antorcha en el centro de las calumnias. Importantes diarios nacionales, sin investigar detalladamente los hechos, comenzaron a circular información falsa. Dijeron, por ejemplo, que quienes habían bloqueado el acceso a la Cámara de Diputados eran los antorchistas, lo que era completamente inventado. Y, como ellos, los usuarios de las redes sociales se lanzaron al ataque sin preocuparse por dar fundamento a sus acusaciones. Los de “Antorcha CamPRIsina”, mejor dicho “Antorcha asesina”, son “violadores” que “maman del gobierno”, pero con el nuevo gobierno “se les acabaron los moches”: “tenemos que aniquilarlos”. Estas son algunas de las calumnias y amenazas publicadas en estos días. Frente a esta andanada, que puede durar todo el sexenio de López Obrador, la organización tendrá que usar todos los recursos posibles, como Odiseo ante Escila y Caribdis, para surcar el pantanoso estrecho que es la opinión pública. Una tarea de gigantes, una tarea de revolucionarios.