Antorcha de Chihuahua realizó su eliminatoria para la XVIII Espartaqueada Cultural

**Artistas chihuahuenses preparan su viaje a Tecomatlán, Puebla, sede del concurso cultural más importante y de mayor calidad de México.


Antorcha de Chihuahua realizó su eliminatoria para la XVIII Espartaqueada Cultural

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2015, 11:57 am

Chihuahua, Chih.- Como cada dos años, pero en mayor medida y con calidad creciente, artistas locales se vieron las caras esta semana en una competencia fraternal, para que se decida qué grupos o solistas van a ir a representar a Chihuahua en la Espartaqueada Cultural Nacional, el concurso cultural más importante y de mayor relevancia de México.

Acá, esta vez, el escenario no fue majestuoso, pero sí el ambiente, ya que las porras de los grupos y el público espectador compuesto éste por habitantes de las colonias populares de la capital, le dieron al evento un aire de fraternidad. Lo que se respiró en la monumental cancha techada de Vistas del Cerro Grande, fue animación, alegría y sana competencia entre compañeros.

¿Qué tienen los huapangos, que llevan a los mexicanos a pensar en amores no correspondidos, en vidas frustradas y en sufrimiento?
No he podido olvidarte
desde la noche, desde la noche
en que te perdí,
sombras de duda y celos
sólo me envuelven pensando en ti.

Ésta es “Cielo Rojo”, inmortalizada por Los Hermanos Záizar con la primera voz de David y de la autoría de su hermano Juan, y que fue interpretada divinamente para el público de los antorchistas chihuahuenses, por la cantante Aracely Sánchez.

Siguió “La muerte del palomo”. El público, arrebatado.
Nunca volverás, paloma,
triste está el palomar,
solito quedó el palomo
ahogándose entre sollozos,
pues ya no puede volar.

Para la bella voz de Vanely Ruiz, la gran dificultad en que los tonos graves no desfallezcan, y se unan en armonía con las partes de la canción en que se exige subir el tono, fue, como se dice, nada. Grave el tono en: “Pobrecito del palomo, cansado está de sufrir, y mirando para el cielo, a Dios le pide su muerte, que así no quiere vivir.” Luego viene el agudo, que brota de la garganta, del corazón, del alma, y se sublima y se eleva a hermosas alturas, nada más para capturar a los pobrecitos oyentes:
En llorar, en llorar, en llorar,
desde que te fuiste,
se le fue al palomo en puro llorar
.

La siguiente participante no quedó atrás (¿se pusieron todas de acuerdo en subir el grado de dificultad?) en el reto: “Cucurrucucú paloma” tiene iguales altibajos que, para una cantante inexperta, significaría quedarse hundida. Pero no, los fragmentos de tonos bajos los llevó Evelyn Aguirre igual de bien que los altos, también.

Y para exacerbar la competencia, los dos varones, David Ontiveros (La venia bendita) y Gerardo Sánchez (Cuando tú me besas), tuvieron actuaciones impecables.

En baile y danza, llegaron luminarias del interior del estado, dispuestas a “aplastar” al rival tan sólo con sus cualidades:

El talentoso y versátil grupo “Huejoquilla”, vino del Real Presidio de Nuestra Señora de las Caldas, pueblo colonial que fue nombrado después Huejoquilla y hoy en día llamado Ciudad Jiménez. El ballet “Huejoquilla”, de la profesora Patricia Peña, trajo bailes de Sinaloa, un bonito popurrí de cuadros de la costa complementado con fragmentos del vistoso carnaval. Sones de Mazatlán, sones de toda la región de la Costa Brava de Sinaloa, aderezados con alegría y bulla. En los cuadros se nota la mano de los sinaloenses que rescataron estos bailes, a base de recrear el bullicio y las vestimentas de las fiestas de los pueblos costeros: ropa vaporosa floreada, de colores fuertes y bonitos, vistosos, llevando en la cabeza la mujer, una pañoleta floreada, sombrero, arracadas, zapatillas combinadas en color de acuerdo al vestuario.

Como contraste, los jóvenes del Telebachillerato Lázaro Cárdenas del Río, bajo la dirección del maestro Ángel Ramírez Antonio, trajeron una danza de la etnia de los huicholes, rítmica, pausada, lenta en su calidad de homenaje y de ruego a la divinidad, seria en carácter la danza, exacta la interpretación. El pueblo huichol es uno de los pocos que se han mantenido puros desde antes de la conquista de los españoles. Ellos hacen arreglos, ofrendas, escudos y flechas para narrar la historia de la creación del mundo y del universo, usan estos mensajes para detener el viento, para llamar a la lluvia y al sol, o para ejecutar rituales mágicos para activar la energía vital.

El ballet folklórico “Najiruápame”, de Ciudad Cuauhtémoc, a cargo del profesor Samuel Chávez, interpretó unos sones huastecos del estado de Querétaro. ¿Huastecos en Querétaro? Sí, la célebre región huasteca, que comprende el Norte de Veracruz, el Sur de Tamaulipas, la parte Oriente de San Luis Potosí, una parte de la Sierra Norte de Puebla, gran porción de Hidalgo, se extiende también a los municipios de la Sierra Gorda de Querétaro. Al son huasteco de Querétaro se le conoce asimismo como “huapango arribeño”, y es la base de los bailes de esa región. Allá, el son tiene como función primordial el informar, y es reflejo de la realidad cotidiana, desde lo jocoso hasta lo trágico.

¿Y las polkas de Chihuahua?

El grupo de danza “Kusárare”, del CBTIS 138 de Ciudad Jiménez, del profesor Gerardo de León, interpretó un cuadro de polkas de Chihuahua.

Igual que el año antepasado, en esta ocasión el platillo principal del día fueron las polkas. Pero ¿qué son las polkas, cuál es su origen? La polka es un baile de Europa Central (“polska” significa “polaca”), que data de mediados del siglo Diecinueve, que se extendió no sólo por toda Europa, sino a través de toda la América. Hay polkas en Latinoamérica, pero también en los Estados Unidos, donde hay variantes, como el estilo esloveno (conocido igualmente como “Cleveland style”) y otras variantes que se transformaron en el “country” -la música folklórica por excelencia en el vecino país del norte-, y que tiene a la polka como una de las dos bases de sus más arraigadas tradiciones. La otra base del “country” es la balada. En México, la polka fue transformada en Nuevo León, donde perdió su estilo “valseado” y adquirió un ritmo más acelerado, igual que sus hermanas, las variantes de Durango, Coahuila, Tamaulipas y Chihuahua.

Y para cerrar las polkas, el Ballet de Danza Folklórica “Cuauhtli”, cuyo director, el profesor Magdaleno (Maleno) Carrasco Soto, presentó un cuadro con polkas de Chihuahua. “Renovarse, o morir”, sentenció Maleno, quien ha llevado bailarines a Tecomatlán, Puebla, durante más Espartaquedas que ningún otro.