Ana Cely Palma es orgullo para todos los chihuahuenses

**La culta rarámuri es un puente entre culturas, gran conocedora y defensora de las costumbres de su pueblo. **Es nieta del insigne músico Erasmo Palma, gloria de la cultura chihuahuense.


Ana Cely Palma es orgullo para todos los chihuahuenses

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2011, 13:48 pm

Chihuahua, Chih.- ¿Y dónde estaba, que no se le conocía? ¿Dónde la tenían escondida? Esta mujer había sido, hasta ahora, el secreto mejor guardado de los rarámuris, una eminencia joven y una vocera de su raza.

A sus 29 años, Ana Cely Palma es toda una eminencia, y un orgullo para su pueblo los rarámuris. No sólo porque diariamente beneficia a muchas personas de su raza en el puesto de asistente del vocal ejecutivo de la Coordinadora Estatal de la Tarahumara, sino porque en su persona se conjugan varias cualidades que cualquier mujer desearía tener.

Es que Ana Cely es sensible, culta y con metas bien definidas de lo que será su vida. Un ensayo de ella, titulado “Primeras definiciones preceptivas para una literatura rarámuri”, la colocaron bajo los reflectores de la cultura en esta capital, y ahora se espera que este trabajo sea dado a la crítica en forma de libro. Ella se encuentra estudiando actualmente el bachillerato, prácticamente está en la última recta, y en los próximos meses deberá definir por cuál carrera universitaria se inclina: ¿Derecho? ¿Letras? ¿Contabilidad? Tales son sus preferencias.

Ana Cely Palma Loya nació en Norogachi, municipio de Guachochi, el 23 de diciembre de 1981. Es nieta del ilustre músico rarámuri Erasmo Palma, gloria del arte chihuahuense. Este hecho la marcó en su vida, puesto que el abuelo Erasmo le ha inculcado que siempre hay que aceptar con humildad el resultado de los propios actos, que las personas tienen aspectos muy buenos y muy malos.

En esta filosofía de sus mayores, Ana Cely aprendió que de lo malo debemos arrepentirnos con nosotros mismos y transmitir este arrepentimiento a los demás, no con palabras, sino con hechos. La marcó también y muy hondo, todo ese ambiente de alegría, de reflexión y de creación musical que reina en la casa del abuelo y en todo el entorno familiar.

Anita se casó hace 11 años, cuando contaba con 18, con Ramón Armando Chávez Rodríguez, mayor que ella tres años y con quien ha procreado tres hijos: Esaús Armando, quien tiene 11 años de edad; Adal Ramón, de siete, y Alois Esteban, quien cuenta con tres añitos. Son unos niños muy despiertos, muy sanos, a quien les gusta aprender. El mayor aprendió, por ejemplo, a leer a los cinco años, y los tres son muy opinadores, no se quedan callados. Dice la madre que a sus retoños no les gusta la ciudad, y que son felices cuando se van al rancho a ayudar en la cosecha.

TEORÍA Y LITERATURA

Dice Ana Cely en su ensayo, que una mesa con un florido mantel de plástico no carece de estética, que simplemente pertenece a otra percepción del mundo.

Los rarámuris, asegura ella, son ajenos a percibir la belleza por la belleza misma. Que por ejemplo, un poema que hable “del vestido que en tu cuerpo entalla”, o de “tus labios rojos”, tiene elementos ajenos, exteriores. Pero en cambio, si dices, por ejemplo, “el sonido de tu melodiosa voz”, o cómo “tus lágrimas se enjuagan en las ventanas de tus ojos”, esto ya es poesía más cercana a la forma rarámuri de percibir el mundo y la vida.

Dice la escritora rarámuri que “El escritor chabochi tiene las virtudes y defectos de su cultura, escribe para ser reconocido como escritor, hay en él la búsqueda de la fama, habla de su propio dolor y preocupaciones. El que habla en sus poemas es su sujeto lírico que necesita admiración y cuidados”.

Pero el escritor rarámuri, asegura Ana Cely, no se imagina a sí mismo como escritor en primer lugar. Su primer oficio es cantar, y cantar es un acto comunitario cuyo servicio nadie cuestiona porque es tan necesario como todo. Él no concibe la diferencia entre verso y prosa: cuenta o canta, y en ambos casos los sonidos de la naturaleza son el patrón original de lo que se oye.

El poema imita a la música, la música imita a la naturaleza, y la poesía al canto. La literatura y la poesía son una misma inquietud que crece con la persona y en su comunidad. No hay entre la cultura rarámuri otra forma de interpretar el papel de la poesía, más que la expresión de todo, el sentir de toda la gente.

(Enero 20, 2011)