Algunas cuestiones en torno al SÍ en Ecuador

**América Latina empezó el siglo XXI con gobiernos progresistas, pero algunos de estos gobernantes ya fueron sustituidos por la derecha o atraviesan problemas creados, como desprestigio mediático, guerra económica (en algunos), acusaciones de corrupción y, por último, destitución o desacreditación como persona pública a jefes o exjefes de Estado.


Algunas cuestiones en torno al SÍ en Ecuador

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2018, 08:31 am

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Rogelio García Macedonio

El cuatro de febrero los ecuatorianos salieron a las calles a responder siete preguntas planteadas por el presidente Lenín Moreno con una sola de dos respuestas: SÍ o NO. Cinco formaban parte del referéndum, cuyos temas a elegir requieren de una reforma constitucional, ya que uno versa sobre la inhabilitación para ocupar puestos públicos a los condenados por corrupción; otro prohíbe la reelección indefinida en la Presidencia; el tercero ordena la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana; el cuarto que no prescriban los delitos de pederastia y el quinto impone restricciones a la minería. Las otras dos preguntas en consulta consistieron en la derogación de las leyes de Plusvalía y Ampliación de la reserva Yasuní, las cuales solo necesitan la modificación de normas, no de la Constitución. En el referéndum ganó el SÍ.

Además de los asuntos puestos a elección ciudadana por la consulta y el referéndum convocados por Moreno, en la lucha política actual en Ecuador estuvieron en cuestión la continuidad de la Revolución Ciudadana iniciada por el expresidente Rafael Correa en 2007 y la restauración de la derecha representada por Lenín Moreno, razón por la que el SÍ otorgado a éste lo legitimó como el presidente de la derecha y como enemigo de la Revolución Ciudadana.

Más allá de las pasiones suscitadas por este hecho, vale apuntar algunas cuestiones sobre el proceso político reciente de Ecuador y el de otros de América Latina que enfrentan problemas parecidos.

La restauración de la derecha en Ecuador mediante una lucha política “legal” viene a ser la continuación de una serie de disputas por el poder político que antes ocurrieron en Uruguay, Brasil y Argentina. A esta confrontación la antecedió un discurso generado en los medios de comunicación con el propósito de “castigar a los corruptos, de castigar a los autoritarios, de castigar a la izquierda que hace peor las cosas de Estado que la derecha”. Es una retórica que ha permeado con éxito entre la población y brindado buenos resultados para la derecha en los países en que se ha implementado, ya sea para derrocar gobiernos o para perseguir personajes peligrosos a sus intereses.

América Latina empezó el siglo XXI con gobiernos progresistas -Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner en Argentina, Lula Da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua-, pero algunos de estos gobernantes ya fueron sustituidos por la derecha o atraviesan problemas graves en los que está implicada la restauración de la derecha. En todos los casos el proceso sigue el mismo guion descrito líneas arriba: desprestigio mediático, guerra económica (en algunos), acusaciones de corrupción y, por último, destitución o desacreditación como persona pública a jefes o exjefes de Estado. Es el mismo patrón seguido en Ecuador.

Primer acto. En cuanto asumió la presidencia, Lenín Moreno se deslindó de la forma de gobierno de Correa, se comprometió a combatir la corrupción del gobierno anterior, abrió procesos de investigación contra altos funcionarios, se proclamó como el presidente del diálogo y se puso a las órdenes de la derecha para destruir la Revolución Ciudadana; Moreno “denunció” el sobreendeudamiento del gobierno de Correa, hecho inédito en un colaborador relevante de la administración anterior.

La pregunta es ¿por qué Lenín apenas se dio cuenta de todos estos problemas en un gobierno en donde él mismo fue vicepresidente; acaso no fue cómplice? Aunque algo no está bien en su lógica, este discurso se difundió ampliamente en los medios de comunicación.

Segundo acto. Impuestos estos temas en la agenda mediática, inició la persecución judicial y exclusión de los correistas en medios privados y gubernamentales, justo en el momento en que se anunciaban el referéndum y la consulta para aniquilar a Rafael Correa y a la Revolución Ciudadana.

Tercer acto. En esta instancia, y ya con sustento “legal”, se enjuiciará a los exfuncionarios —entre ellos Correa— de actos que posiblemente los lleven a la cárcel o al deterioro de su imagen pública. La campaña contra Correa ya empezó con el caso Petrochina, una investigación iniciada dos años atrás y acelerada en el último mes.

Con el triunfo del SÍ, lo que le espera a Ecuador es un retroceso de los logros de la Revolución Ciudadana y la dilución de la posibilidad de la unidad latinoamericana que empezaron Hugo Chávez y otros jefes de Estado. Sin lugar a dudas, el imperialismo estadounidense tiene metidas las manos hasta el fondo en este retroceso histórico; basta observar como Washington cobija a Macri en Argentina, a Temer en Brasil, a la oposición en Venezuela y ahora a Lenín Moreno en Ecuador, que hoy cuenta con el “apoyo” de todos los organismos internacionales.

Con el SÍ, Moreno y la derecha ganaron la consulta en Ecuador, en Brasil aumentaron los años de sentencia para Lula y Cristina Kirchner está sometida a proceso judicial; pero los pueblos de América Latina que conocieron un proyecto progresista deben compararlo con el de la derecha -como el neoliberalismo rancio de Macri y Temer- y aprender a discernir entre ambos.