A los egresados de las escuelas de México

Por Brasil Acosta Peña


A los egresados de las escuelas de México

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2017, 10:15 am

(El autor es Doctor en economía por el Colegio de México (COLMEX) con estancia en investigación en la Universidad de Princeton, fue catedrático en el Centro de Investigación y Docencia económica y articulista en la revista económica Trimestre Económico.)

Estimados graduandos: ustedes nacieron poco después de la caída del régimen socialista; tocó la época en la que el capitalismo lanzaba las campanas al vuelo y prometía, ya sin la competencia del régimen socialista, “el mejor de los mundos posibles”.

El mercado se volvió hegemónico y plenipotenciario. Cuando ustedes estaban naciendo se nos dijo que se acabaría la pobreza, que todo mejoraría, que llegaría la hora de las oportunidades y de los mejores niveles de vida, que el sistema productor de mercancías sería el que distribuiría la riqueza y que haría de la nuestra una mejor sociedad.

Pero después de la Guerra Fría, ya sin el enemigo enfrente, el capitalismo se quitó la máscara y mostró su verdadero rostro: no cumplió con lo prometido.

Se nos dijo que el crecimiento sería la fuente de desarrollo y de cambio. Que para crecer debíamos abrir la economía al mercado internacional y pasamos de ser una economía parcialmente abierta, a una de las más abiertas del mundo, con 14 tratados de libre comercio. Sin embargo, según el propio banco mundial, la tasa de crecimiento de México en los últimos 20 años ha estado por debajo del dos por ciento (el crecimiento en el año que pasó fue del 1.1%). No se cumplió la expectativa.

Se nos dijo que con el incremento de la productividad derivado de la competencia y de la apertura comercial crecerían los salarios; sin embargo, el propio secretario del trabajo, Navarrete Prida, reconoce que nueve millones de mexicanos (18 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) gana menos de 2.5 salarios mínimos; y el salario mínimo por hora en México es de ½ dólar, mientras que en Estados Unidos es de 8.5 dólares y en Alemania de 39 dólares por el mismo tipo trabajo realizado. Es más, ahora dice Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, que sería “peligroso” subir el salario sin que aumente la productividad, pues eso puede repercutir en el aumento de los precios.

Nos dijeron que habría más empleos; sin embargo, la tasa de desocupación que reconoce el INEGI es del 4.93%, es decir, dos millones y medio no tienen empleo; pero si tomamos en consideración a los que trabajan en el sector informal y que por ello no cuentan con un ingreso seguro y carecen de seguridad social y prestaciones de cualquier tipo, entonces, el 60 por ciento de la PEA, es decir, 30 millones de mexicanos no tienen empleo. Lamento decir que con este nivel de crecimiento la mitad de los jóvenes que hoy egresan no encontrarán un empleo seguro y menos bien remunerado.

Se nos prometió también que se combatiría a la pobreza con toda energía; pero ya somos más de noventa millones de pobres y 25 millones de mexicanos viven en pobreza alimentaria.

En resumen, el capitalismo no ha cumplido con sus promesas, ni con sus expectativas; por el contrario, ha quedado a deber, pues desde que ustedes nacieron a la fecha, hemos sufrido tres crisis económicas severas, una de las cuales ha sido la más dura de la historia: la de 2008 y hoy somos un país dependiente de Estados Unidos.

Las empresas privadas y el capital financiero han sido los verdaderos ganadores en este proceso. No es casual que el segundo hombre más rico del mundo sea mexicano y como resultado de la crisis haya ganado 19 mil millones de dólares, que representarían doce millones de años de trabajo para un obrero que ganara el salario mínimo. No es casual que dadas las facilidades fiscales que se otorgan en este país, empresas como Walmart de México paguen menos de 100 pesos de impuestos anuales.

Tampoco es correcto que haya empresas que de cada peso que ganan inviertan solo 20 centavos en nuestro país y 80 centavos los gasten en consumo no productivo; o que empresas como Telmex y Telcel, de cada peso que ganan solo invierten 10 centavos en México y 90 centavos se los llevan a invertir en el extranjero.

El capitalismo tiene, pues, más problemas y cada vez menos mecanismos para resolverlos. Tiene menos margen de maniobra, se le agotan las posibilidades y entonces surge la pregunta: ¿Qué hacer?

Promover un nuevo modelo económico hecho por el pueblo y para el pueblo, pero la única fuerza capaz de transformar a la patria es el pueblo pobre, educado y organizado, que luche por alcanzar el poder político y con él, pueda elevar los salarios, crear empleos, hacer que los empresarios paguen impuestos y que inviertan más en la economía nacional. Pero el pueblo no puede organizarse solo, requiere de la energía y de la inteligencia de jóvenes como ustedes.

Jóvenes que hoy egresan: para poner el remedio a la madre de los males del capitalismo: la pobreza, hace 40 años surgió la organización de los pobres de México como una alternativa para crear una patria más justa, más equitativa, más democrática y más soberana.

El Ingeniero Aquiles Córdova Morán se dio cuenta hace 40 años de que había que crear un instrumento capaz transformar el país para distribuir de manera más equitativa la riqueza; creó así al Movimiento Antorchista y en su entorno creó todo un sistema de oportunidades para que el pueblo se organice, se eduque, luche y procure su transformación.

Por eso, no solo deben concebirse como egresados de una carrera determinada; solo como ingenieros, licenciados o maestros, sino como jóvenes que pueden, con su inteligencia y su energía juveniles, formar parte de la transformación.

Los invito a que sigan el ejemplo del maestro Aquiles, que se preparó y es un profesionista muy capaz, pero al propio tiempo, al darse cuenta de la realidad nacional, se convirtió en un activista del cambio, en un agente activo de la transformación, en un luchador social a favor de los pobres y, de la mano de los indígenas, de los obreros, de los pobres, ha sido posible crear maravillas como Tecomatlán y sus escuelas.

Felicito a los egresados por haber culminado sus estudios. El empeño puesto por ustedes debe ser reconocido justamente: levantarse temprano durante varios años, hacer las tareas, asistir a los talleres, cumplir con sus “guardias”, entre otras actividades, representa un esfuerzo importante que tuvieron que realizar.

Al mismo tiempo, es necesario reconocer a los padres de familia por el sacrificio económico y personal que representó permitir que sus hijos culminaran su preparatoria o su carrera universitaria; también se les debe reconocer la confianza que pusieron en la Antorcha al permitir que sus hijos estudiaran en escuelas progresistas fundadas por el Movimiento Antorchista, sin dejarse llevar por la falsa información difundida por los enemigos del pueblo pobre, de igual manera a todos aquellos estudiantes que culminaron con éxito sus estudios.

Es necesario reconocer el trabajo del personal académico y administrativo que jugó su papel en el proceso formativo de los jóvenes que hoy egresan y, por lo mismo, felicito a los maestros que cumplieron con su labor cotidianamente. Para el caso de las escuelas de Tecomatlán, debemos reconocer el trabajo del Movimiento Antorchista en la formación integral de los jóvenes, pues es un municipio que tiene “cero delitos” y este ambiente favorece la actividad estudiantil.

Antorcha contribuye con proporcionarle al educando un modelo de formación integral, fruto del Proyecto Educativo de Antorcha Magisterial en la idea de formar al hombre nuevo, al hombre capaz de sentir las injusticias e indignarse ante la pobreza, de tomar cartas en el asunto y ser agente de la transformación.

Los invito, pues, a que invirtamos nuestras energías en la transformación de la patria. Preparémonos, enfrentémonos al mundo y si en nuestro trajinar nos percatamos con nuestra propia experiencia que, efectivamente, el sistema no nos brinda las oportunidades que nos promete, convirtámonos en líderes, en dirigentes del pueblo y activistas del cambio; abracemos la profesión más elevada que puede alcanzar el hombre, como dijo el Che Guevara: la de revolucionario.

Vayan al mundo y si nadie les tiende la mano, sepan que acá está Antorcha para apoyarlos, para que juntos podamos lograr la transformación del país. Solo el pueblo en el poder es capaz de hacer de nuestra patria una más justa, más libre, más soberana y más equitativa.